Broccolino es la cocina italiana que
conquista desde 1985, cuando la tercera generación que hoy es parte aún no
había nacido, a las celebrities, los locales que trabajan en la zona y al
turismo que hace cola en la puerta todos los mediodías y las noches.
El nombre del restaurante no es
arbitrario, rinde homenaje a los italianos que se instalaron en Brooklyn, Nueva
York, tras las primeras olas migratorias. Abrió sus puertas un 4 de febrero de
1985, en el local donde se encontraba una agencia de publicidad familiar. El
alma mater del lugar es Luciana Trío, que ya había tenido otro restaurante con
su nombre durante décadas en la calle Zabala del barrio de Belgrano.
La abuela de Luciana había tenido también
un ristorantino en Livorno, en plena Segunda Guerra Mundial, al punto de ser
condecorada no solo por dar de comer a los soldados sino también por la bomba
que cayó sobre su comedor en pleno servicio de mediodía. Unos años después, en
la década del 50, Irene, su hija Luciana y su hijo Antonio, llegaban a Buenos
Aires.
"A mi mamá le encantaba ir a
ese restaurante. Se metía en la cocina y
miraba cómo cortaba, mezclaba y su abuela le enseñaba. Después se perfeccionó,
porque estudió y por la experiencia adquirida tras haber abierto su propio
restaurante", cuenta Alejandro Ballabeni, hijo de Luciana, quien hoy está
al frente de Broccolino.
Y sigue explicando la historia de la
familia: "Broccolino nació de la mano de mi mamá y mi tío que murió joven.
Él era un genio marketinero y tenía mucha imaginación. Aprendí mucho de él.
Cuando abrimos el restaurante, yo trabajaba en turismo, tuve que decidir y me
ganó el amor a la familia. Fue un desafío muy grande. Ahora me parece fácil,
pero realmente sobrevivir en la Argentina fue toda una tarea. Porque el
restaurante arrancó con el plan Austral, ni te cuento de la híper, del 89, y la
crisis del Tequila, del 95, de la pandemia de los últimos años…”.
Qué comer en Broccolino
Las pastas son las estrellas del lugar.
Es difícil no tentarse con una pasta rellena como los ravioles de ciervo con
salsa Alfredo, la salsa Calígula con pesto y hongos sobre los tagliatelle
hechos en la cocina del restaurante.
La lasagna y los canelones son un
imperdible que se pide en invierno y verano. El turista es muy de elegir los
clásicos tagliatelle profumo di mare o alla puttanesca para quien quiere un
poco de picante.
Para los que quieren compartir, hay una
selección de pastas que trae cuatro variedades con 4 salsas a elección. También
tienen risottos, calamaretti, saltimbocca y no faltan las berenjenas alla
parmesana.
En verano, hay sugerencias del chef todos
los días, ensaladas frescas y abundantes, mozzarella de búfala con tomates
frescos de los mejores productores, bruschetta romana con tomate concassé,
langostinos y cebollas fritas y más.
El imperdible de la hora del postre es el
tiramisú Broccolino: la receta básica consta de capas de vainillas empapadas en
café y una crema de queso mascarpone, huevos y azúcar. Cuando abrió hace 39
años Brocco, Luciana recorrió varias regiones de su Italia natal probando
diferentes variantes para luego crear una receta propia, más universal pero a
la vez única.
“Nos ocupamos mucho de la
calidad. La comida es buena, abundante y elaborada con productos de primera.
Por eso trabajamos y nos mantenemos”, dice orgulloso Ballabeni.